Una de las técnicas que primero utilizamos en el laboratorio es la centrifugación. La centrifugación utiliza una fuerza giratoria para separar elementos de diferentes densidades y esta fuerza giratoria se consigue con una máquina llamada centrifugadora o centrífuga.
En las prácticas de grados biosanitarios la centrifugación es útil para separar y analizar componentes de una muestra fluida. Los componentes, dependiendo de la muestra, pueden ser: diferentes tipos de células, fragmentos celulares, orgánulos, etcétera. Esto es posible debido a que los componentes de una muestra fluida tienen diferencias en cuanto a tamaño, peso y densidad.
Generalmente, utilizaremos una microcentrífuga en la que introduciremos tubos comúnmente llamados Eppendorf. Una vez realizada la centrifugación en el tubo distinguiremos dos fases: una sólida al fondo del tubo (la que ha sedimentado) y una líquida. A partir de aquí, dependiendo de nuestro protocolo, avanzaremos en una dirección o en otra.
Existen muchos tipos de centrifugadoras, de diferentes tamaños y con diferentes funcionalidades, por lo que en función de las condiciones de la centrifugación (también teniendo en cuenta las características del medio y de las partículas en él) tendremos un tipo u otro dentro de la misma técnica. Algunos ejemplos: diferencial, isopícnica y zonal.